Los inicios del desastre

Podemos datar el comienzo de los problemas medioambientales del territorio en 1956, con la promulgación de una Ley de Desecación de Márgenes del Cigüela, Záncara y Guadiana. Se trataba de una ley franquista que impulsaba el desarrollismo, potenciaba los regadíos y la economía primaria de la zona a costa de la integridad del paraje.

En líneas generales la ley ordenaba la desecación de hectáreas del paraje (fijaos en la aberración que supone la desecación de un humedal) y la construcción de canales. Las obras se aceleraron en los 60 y ya en los 70 los recursos hídricos del subsuelo estaban tremendamente mermados.

En pocos años el río Guadiana estaba completamente seco, y el acuífero 23, uno de los más importantes de España, estaba en serio peligro.

En mi opinión hasta cierto punto es fácil entener estos hechos en el contexto de una sociedad inmersa en una dictadura, que acaba de salir de la crudeza de una guerra y miraba con esperanza hacia el futuro con una perspectiva de desarrollo; en este contexto poco se conocían conceptos como desarrollo sostenible, y la importancia de actuar de forma poco agresiva con el entorno, pero es injustificable que estos hechos se hayan agravado a través del tiempo hasta nuestros días.